Todo el mundo quiere ser feliz. Pero, ¿cómo podemos alcanzar ese objetivo a veces esquivo? Era una pregunta difícil incluso antes de la pandemia covid 2019, pero hoy en día sólo pensar en ello puede parecer inútil. Los padres intentan equilibrar las exigencias del trabajo a distancia y la escolarización en línea; las personas que viven solas tratan de mantener la concentración en el aislamiento. Cuando la vida se mide por las reuniones consecutivas de Zoom, hasta ducharse puede parecer una victoria.
Todo el mundo quiere ser feliz. Pero, ¿cómo podemos alcanzar ese objetivo a veces esquivo? Era una pregunta difícil incluso antes de la pandemia covid 2019, pero hoy en día sólo pensar en ello puede parecer inútil. Los padres intentan equilibrar las exigencias del trabajo a distancia y la escolarización en línea; las personas que viven solas tratan de mantener la concentración en el aislamiento. Cuando la vida se mide por las reuniones consecutivas de Zoom, hasta ducharse puede parecer una victoria.
Ofrecemos una humilde sugerencia: Amabilidad. Este último año, la mayoría de los consejos de gestión se han centrado en cómo mantener la productividad durante la pandemia, pero se ha pasado por alto el poder de la amabilidad. Practicar la amabilidad haciendo cumplidos y reconocimientos tiene el poder de transformar nuestro lugar de trabajo a distancia.
Comprometerse a ser amable puede reportar muchos beneficios importantes. En primer lugar, y quizás el más obvio, practicar la amabilidad será inmensamente útil para nuestros compañeros. Ser reconocido en el trabajo ayuda a reducir el agotamiento y el absentismo laboral, y mejora el bienestar de los empleados, según constata Gallup año tras año en sus encuestas a trabajadores estadounidenses. Recibir un cumplido, palabras de reconocimiento y elogios puede ayudar a las personas a sentirse más realizadas, aumentar su autoestima, mejorar su autoevaluación y desencadenar emociones positivas, según han demostrado décadas de investigación. Estas consecuencias positivas de los cumplidos tienen un sentido intuitivo: Los elogios se alinean con nuestra visión naturalmente positiva de nosotros mismos, confirmando nuestra autoestima.
En segundo lugar, practicar la amabilidad ayuda a que la vida tenga más sentido. Por ejemplo, gastar dinero en los demás y ofrecer nuestro tiempo como voluntarios mejora el bienestar, aportando felicidad y un sentido a la vida, según las investigaciones. Ser amable aporta sentido porque implica invertir en algo más grande que nosotros mismos. Influye tanto en cómo nos perciben los demás -lo que mejora nuestra reputación- como en cómo nos vemos a nosotros mismos. Al observar nuestro comportamiento, deducimos quiénes somos, y nuestros actos de amabilidad nos hacen creer que tenemos lo que hace falta para ser una buena persona. En el trabajo a distancia, donde es difícil cultivar momentos de alegría, esto puede ser un beneficio especialmente importante que se traduzca en satisfacción laboral a largo plazo.
En tercer lugar, como hemos descubierto en una nueva serie de estudios, hacer cumplidos puede hacernos incluso más felices que recibirlos. Emparejamos a los participantes y les pedimos que escribieran sobre sí mismos y luego hablaran entre ellos. A continuación, pedimos a uno de ellos que hiciera un cumplido sincero sobre algo que le gustara o respetara del otro participante después de escucharle. Constatamos que hacer cumplidos hacía más feliz a la gente que recibirlos. Sorprendentemente, la gente no era consciente de los beneficios hedónicos de ser amable.
¿Por qué los cumplidos aumentan tanto nuestra felicidad? Influye un ingrediente clave del bienestar que nos ha faltado durante la pandemia: la conexión social. En nuestros estudios, descubrimos que hacer cumplidos generaba una conexión social más fuerte que recibirlos, porque al hacerlos se animaba a la gente a centrarse en la otra persona. Está claro que recibir un cumplido sienta muy bien, pero hacer un cumplido sincero y bien pensado nos obliga a pensar en otra persona: su estado mental, su comportamiento, su personalidad, sus pensamientos y sus sentimientos. Pensar en los demás suele ser una condición previa para sentirnos unidos a ellos. De este modo, los cumplidos pueden convertirse en un pegamento social que refuerza las conexiones y la positividad en las relaciones, y nos hace más felices.
Sin embargo, la gente suele dudar a la hora de hacer cumplidos. ¿Por qué? La idea de acercarse a alguien y decirle algo agradable puede desencadenar ansiedad social e incomodidad, según demuestra una investigación reciente de Erica Boothby y Vanesa Bohns. Por esta razón, asumimos que la gente se sentirá incómoda y se molestará al recibir un cumplido, cuando lo cierto es lo contrario.
Además de estas barreras psicológicas, el trabajo a distancia ha añadido más barreras estructurales a los actos aleatorios de amabilidad, los cumplidos y el reconocimiento. Antes de la pandemia, las organizaciones solían reconocer a los empleados a través de programas formales, mientras que los encuentros fortuitos podían generar fácilmente un simple agradecimiento o unas palabras de elogio. Por el contrario, las reuniones de Zoom de hoy en día tienden a seguir órdenes del día estrictas que no dejan espacio para ningún otro tema, por no hablar de los cumplidos.
Las organizaciones se benefician de fomentar activamente la amabilidad. En los lugares de trabajo donde los actos de amabilidad se convierten en la norma, los efectos indirectos pueden multiplicarse rápidamente. Los estudios demuestran que cuando una persona recibe un acto de amabilidad, lo devuelve, y no sólo a la misma persona, sino a menudo a alguien totalmente nuevo. Esto genera una cultura de generosidad en la organización. En un estudio histórico en el que se analizaron más de 3.500 unidades de negocio con más de 50.000 personas, los investigadores descubrieron que los actos de cortesía, ayuda y elogio estaban relacionados con los objetivos fundamentales de las organizaciones. Un mayor índice de estos comportamientos predecía la productividad, la eficiencia y un menor índice de rotación de personal. Cuando los líderes y los empleados actúan con amabilidad entre sí, facilitan una cultura de colaboración e innovación.
¿Cómo pueden los directivos fomentar la amabilidad en el trabajo a distancia? En primer lugar, pueden predicar con el ejemplo. Las personas son sensibles por naturaleza a los comportamientos de los miembros del equipo de alto estatus. Al hacer cumplidos y elogiar a sus empleados, es probable que los líderes motiven a los miembros del equipo para que copien su comportamiento y creen normas de amabilidad en los equipos.
En segundo lugar, los líderes pueden reservar un tiempo durante las reuniones de Zoom para una "ronda de amabilidad" en la que los miembros del equipo sean libres de reconocer el trabajo de los demás. No es necesario dedicar mucho tiempo a esta tarea, bastan unos minutos a la semana. Pero estos pocos minutos pueden elevar la moral y la conexión social, especialmente cuando los proyectos de meses de duración se completan en su mayor parte a través de Zoom.
En tercer lugar, considere la posibilidad de pequeñas primas puntuales. Empresas como Google han utilizado sistemas de "primas entre compañeros" para animar a los empleados a enviarse pequeñas cantidades de dinero (procedentes de un fondo de la organización) para mostrar su agradecimiento por un trabajo especialmente eficaz. Incluso unos pocos dólares pueden tener un efecto positivo; los estudios demuestran que la gente aprecia los pequeños actos de amabilidad tanto como los grandes. Una tarjeta regalo o un pequeño obsequio enviado por correo pueden funcionar igual de bien. El mero hecho de saber que uno es apreciado puede desencadenar los beneficios psicológicos de la amabilidad sin que a la organización le cueste sumas sustanciales.
El poder de la amabilidad puede mitigar los efectos nocivos de nuestro mundo social, cada vez más conectado a Internet. Es una capacidad de liderazgo esencial que puede propagarse entre las personas y cambiar la cultura del lugar de trabajo.
Artículo original Harvard.org
Por Ovul Sezer, Kelly Nault, and Nadav Klein
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